REZANDO JUNTOS, Domingo 3º TO. San Mateo 4. 12-23. Ciclo A.
Que alegría poder saludarles en este 3º domingo del Tiempo ordinario. Unidos en familia, al celebrar el dìa de la Resurrecciòn, le pedimos al Señor que este momento de oración, sea un encuentro personal que llene de esperanza nuestra vida. Por eso reflexionamos.
“La oración Cristiana es una modalidad que consiste en estar en presencia de Dios, en mantenernos en silencio ante Èl, no para hacer un vacío en nuestra vida, sino para entrar en comuniòn con Èl, a pesar de las distracciones, hacer oración todos los días es la mejor manera de acceder a una vida cristiana profunda de la que no està ausente la santidad. No se trata de rezar muchas oraciones, sino de estar en oración”, es decir, platicar con quien sabemos que nos ama. (Guìa pràctica de la oración Cristiana).
Meditemos en el Evangelio de San Mateo 4. 12-23.
Señor sabiendo que han arrestado a Juan Bautista, dejas Nazaret y te vas a vivir a Cafarnùm, y lo haces para que se cumpla la escritura por boca del profeta Isaìas: “Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció”.

“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”, estas palabras aplicadas al oráculo de Isaías, se refieren a Tu venida, Jesús, y a tu entrada en la región de Zabulón y Neftalí (tierra de gentiles), como lo has hecho al entrar en medio de mis oscuridades, a ellos tenía que llegar esta Luz. Jesús eres la luz que ilumina las tinieblas, eres el salvador que nos rescata de la muerte y del mal.
Eres mi luz, còmo lo fuiste para Cafarnàum, con què facilidad atravesamos momentos difìciles en nuestra vida, hay obscuridades, confusiones, tristezas y frustraciones, que se van dando a través de los acontecimientos mismos de la vida, como por ejemplo una enfermedad, la muerte de un ser querido, una desgracia familiar, un fracaso personal... A veces se trata de obscuridades o pruebas interiores: como experimentar que Dios ha dejado de escucharnos y atendernos, sequedades espirituales, sentimientos de la propia fragilidad, pérdida de la ilusión y de la oscuridad del mal que nos invade. Y Tù vienes a iluminarnos y a indicarnos un modo nuevo de ver las cosas, desde el Amor, la Esperanza y la Fe.
Nos invitas a hacer de toda situación humana una lección de vida y una oportunidad para crecer, no solo para iluminarme sino tambièn para iluminar a los demás.
Al llamar a los apóstoles los invitas a una misión nueva e inesperada, una misión difícil que exigiría muchas renuncias y les abres los horizontes a lo desconocido, en la que pides un voto de total y abosulta confianza y abandono.
Es como si les dijeras: "vengan, tomen parte en la obra de la redención con sus trabajos y sacrificios, lleven su propia cruz y ùnanla a la mía". Es entregándose y sirviendo al prójimo como aparece claro el sentido de la propia vida. Hombres con nombre y apellido, con rostros concretos de dolor y sufrimiento, dudas y vacios.
Tu luz, Señor, ha brillado, Dios mio has desvelado tu rostro y me has introducido en una experiencia de amor. Entonces, es cuando puedo exclamar con el Salmista: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? el Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar?.
Cristo llamas a tus primeros discípulos, así como has llamado a cada uno de nosotros, de distintos modos, formas y edades. A unos en la infancia, a otros ya con algo del camino recorrido y a otros al final de la vida. Cada una de estas historias tienen los mismos elementos: Señor, sales a nuestro encuentro, nos invitas y esperas nuestra respuesta.
Pero no sólo sales a nuestro encuentro, sino que nos invitas a conocerte más, «venid en pos de mí», y a darnos a los demás, «y os haré pescadores de hombres». En esto se resume nuestra misión como cristianos: conocerte para darte a los demás.

Mi propósito es déjame iluminar por la verdad de Cristo, huir de las tinieblas del mal y de la mentira y ser heraldo de buenas noticias.
Mis queridos niños, Jesùs viene como Luz del mundo a iluminar los corazones que oscurecidos por el pecado y el mal, no quieren aceptar a Dios en sus vidas, al contrario de los primeros discípulos que aceptan la invitación de seguir al maestro y dejarlo todo. Seamos luz y sigamos a Jesùs.
P. Dennis Doren, LC